Era Navidad y nuestro cliente iba en camino a una fiesta. Se detuvo en la tienda de su vecindario para comprar un boleto para rascar, ¡y resultó ganador! En ese momento entró un miembro de una banda que apuntó con una pistola al dueño de la tienda y le exigió el dinero. El miembro de la banda apuntó entonces con la pistola a nuestro cliente y le dijo que cogiera la caja de puros con el dinero. El pistolero disparó al propietario y le dijo a nuestro cliente que fuera con él. Se dirigieron a la casa del pariente del pistolero. El pistolero contó el dinero y le dio una pequeña cantidad a nuestro cliente y le dijo que no dijera nada o «ya sabes lo que pasará».
Nuestro cliente se marchó y fue a la fiesta de Navidad. Tras la detención del pistolero, éste confesó que nuestro cliente le había ayudado conscientemente a cometer el robo y el asesinato. El cliente fue arrestado y dijo la verdad exacta sobre lo que había sucedido, pero de todos modos fue acusado y juzgado por cargos de asesinato capital.
En el juicio demostramos que el cliente era amigo del dueño de la tienda y que tenía dos trabajos en ese momento y mucho dinero para vivir. También pagaba puntualmente su alquiler. No había ninguna razón para que exigiera dinero en efectivo al dueño de la tienda y lo asesinara. También encontramos en las pruebas policiales el boleto ganador de la lotería que nuestro cliente dijo que había comprado y que estaba intentando cobrar cuando el pistolero entró en la tienda y mató al dueño.
Pudimos demostrar en el contrainterrogatorio que el pistolero que testificó contra nuestro cliente había matado a gente en el pasado, era en general una terrible excusa de persona y que cambió su testimonio contra nuestro cliente por una sentencia de cadena perpetua, evitándole la pena de muerte. El jurado declaró a nuestro cliente no culpable de cometer un asesinato capital.
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